Artículo de Pedro Lastra
Artículo de Pedro Lastra.
Octubre, 2010.
Makled, Chirinos, Istúriz
Sólo la fétida inmundicia nacional, llevada bajo la Venezuela de los coroneles a los extremos más abyectos que cabe imaginarse, permiten, toleran y hacen posible que el régimen más corrupto, inmoral y obsceno de que se tenga memoria en la historia de Venezuela todavía pueda mantener los niveles de popularidad que demostraran el 26S. Así se pretenda disculpar con la perversa manipulación de los electores, el obsceno ventajismo, la siniestra ingeniería electoral, nada de ello explica el 48% de respaldo que obtuviera. Ese resultado electoral es la radiografía más aterradora del cáncer terminal que aqueja a la sociedad venezolana. Estamos podridos.
Mire a su alrededor: la mitad de los venezolanos que comparten sus vidas con nosotros votaron por un zafio y brutal teniente coronel que ha violado todas las leyes, corrompido hasta la médula la esencia nacional y ultrajado nuestra historia entregando la soberanía de la Nación a una isla miserable en estado de patético letargo. Pero no son ellos, los espiritualmente pobres y menesterosos que se embadurnan de rojo y pagan los favores de un puesto, un cargo, una beca, una limosna con su voto, en un repugnante acto de cohecho, lo que provoca más desasosiego. Son los de arriba, los cortesanos, aquellos generales y coroneles de las tres armas, incapaces de defender la república pues están demasiado ocupados en defender sus bolsillos y apernarse junto al que les permite y garantiza el enriquecimiento; los politicastros recién salidos de las hordas encapuchadas de las universidades que en un acto de insólito desquiciamiento son vicepresidentes o ministros, las y los periodistas que sirven de corneta al latrocinio - asi reciban la prueba en vivo y en directo del desprecio que una periodista le merece - , los trepadores, los traidores, los saltimbanquis de talanqueras, los viles y ruines venezolanos que tendrán dónde guarecerse cuando llegue el vendaval, pues enmascarándose de marxistas leninistas, de revolucionarios castro guevaristas, de herederos de Lenin, de Mao, de Ho, del Ché Guevara y de Salvador Allende acumularon suculentas fortunas.
Walid Makled, el narcotraficante, no dice ninguna novedad cuando confiesa haber sobornado mensualmente con un millón de dólares – durante años, sépase – a ministros, generales, políticos y altos funcionarios del régimen. Según sus propias palabras - no lo digo yo - con dineros ganados en el narcotráfico y protegido por altos funcionarios del régimen, se encuentra detrás de una de las fuentes del financiamiento que hizo posible la victoria de Hugo Chávez durante el Referéndum Revocatorio. Es una de las caras del latrocinio rojo rojito. Chirinos, el pervertido que llegó al asesinato por satisfacer sus instintos sexuales, es otra de las caras del sistema. Psiquiatra de la pareja presidencial formó parte de la macoya chavista. En una prueba de la degradación a que llegara la república que se despeñaba a fines de la democracia por la pendiente del golpismo, alcanzó el alto sitial que ocupara uno de los más ilustres venezolanos de todos los tiempos: José María Vargas. Un pervertido, un delincuente, un asesino en potencia, rector de la UCV. ¿Mayor prueba de la degradación nacional?
En un desesperado intento por impedir que caiga finalmente el blindaje que oculta los crímenes del régimen y nuestras cárceles se llenen con la flor y nata del sistema – donde debieran sufrir el destino que hoy viven quienes están emporcados en la inmundicia de nuestros recintos penitenciarios – el régimen saca a la palestra a uno de estos personajillos de la opereta de las tres lochas, tatuado con el rastrero oportunismo de los infieles que han recorrido todos los matices del prostibulario expediente político nacional: Aristóbulo Istúriz. Calza como anillo al dedo a la imagen que comienza a desvelarse ante Dios y los hombres. Junto a Makled y Chirinos, forman el trío de la deshonra nacional. Son la prueba fehaciente del lugar donde terminan todas las revoluciones habidas y por haber en Venezuela. Como bien lo dijera Luis Level de Goda hace más de un siglo, como teniendo ante sus ojos al teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías: “a gobiernos impersonales y de caciques, grandes desórdenes y desafueros, corrupción, y una larga y horrenda tiranía, la ruina moral del país y la degradación de un gran número de venezolanos”.
No nos dejan otra alternativa: debemos terminar de depositarlos en el basurero de la historia. Es un imperativo moral.
Octubre, 2010.
Makled, Chirinos, Istúriz
Sólo la fétida inmundicia nacional, llevada bajo la Venezuela de los coroneles a los extremos más abyectos que cabe imaginarse, permiten, toleran y hacen posible que el régimen más corrupto, inmoral y obsceno de que se tenga memoria en la historia de Venezuela todavía pueda mantener los niveles de popularidad que demostraran el 26S. Así se pretenda disculpar con la perversa manipulación de los electores, el obsceno ventajismo, la siniestra ingeniería electoral, nada de ello explica el 48% de respaldo que obtuviera. Ese resultado electoral es la radiografía más aterradora del cáncer terminal que aqueja a la sociedad venezolana. Estamos podridos.
Mire a su alrededor: la mitad de los venezolanos que comparten sus vidas con nosotros votaron por un zafio y brutal teniente coronel que ha violado todas las leyes, corrompido hasta la médula la esencia nacional y ultrajado nuestra historia entregando la soberanía de la Nación a una isla miserable en estado de patético letargo. Pero no son ellos, los espiritualmente pobres y menesterosos que se embadurnan de rojo y pagan los favores de un puesto, un cargo, una beca, una limosna con su voto, en un repugnante acto de cohecho, lo que provoca más desasosiego. Son los de arriba, los cortesanos, aquellos generales y coroneles de las tres armas, incapaces de defender la república pues están demasiado ocupados en defender sus bolsillos y apernarse junto al que les permite y garantiza el enriquecimiento; los politicastros recién salidos de las hordas encapuchadas de las universidades que en un acto de insólito desquiciamiento son vicepresidentes o ministros, las y los periodistas que sirven de corneta al latrocinio - asi reciban la prueba en vivo y en directo del desprecio que una periodista le merece - , los trepadores, los traidores, los saltimbanquis de talanqueras, los viles y ruines venezolanos que tendrán dónde guarecerse cuando llegue el vendaval, pues enmascarándose de marxistas leninistas, de revolucionarios castro guevaristas, de herederos de Lenin, de Mao, de Ho, del Ché Guevara y de Salvador Allende acumularon suculentas fortunas.
Walid Makled, el narcotraficante, no dice ninguna novedad cuando confiesa haber sobornado mensualmente con un millón de dólares – durante años, sépase – a ministros, generales, políticos y altos funcionarios del régimen. Según sus propias palabras - no lo digo yo - con dineros ganados en el narcotráfico y protegido por altos funcionarios del régimen, se encuentra detrás de una de las fuentes del financiamiento que hizo posible la victoria de Hugo Chávez durante el Referéndum Revocatorio. Es una de las caras del latrocinio rojo rojito. Chirinos, el pervertido que llegó al asesinato por satisfacer sus instintos sexuales, es otra de las caras del sistema. Psiquiatra de la pareja presidencial formó parte de la macoya chavista. En una prueba de la degradación a que llegara la república que se despeñaba a fines de la democracia por la pendiente del golpismo, alcanzó el alto sitial que ocupara uno de los más ilustres venezolanos de todos los tiempos: José María Vargas. Un pervertido, un delincuente, un asesino en potencia, rector de la UCV. ¿Mayor prueba de la degradación nacional?
En un desesperado intento por impedir que caiga finalmente el blindaje que oculta los crímenes del régimen y nuestras cárceles se llenen con la flor y nata del sistema – donde debieran sufrir el destino que hoy viven quienes están emporcados en la inmundicia de nuestros recintos penitenciarios – el régimen saca a la palestra a uno de estos personajillos de la opereta de las tres lochas, tatuado con el rastrero oportunismo de los infieles que han recorrido todos los matices del prostibulario expediente político nacional: Aristóbulo Istúriz. Calza como anillo al dedo a la imagen que comienza a desvelarse ante Dios y los hombres. Junto a Makled y Chirinos, forman el trío de la deshonra nacional. Son la prueba fehaciente del lugar donde terminan todas las revoluciones habidas y por haber en Venezuela. Como bien lo dijera Luis Level de Goda hace más de un siglo, como teniendo ante sus ojos al teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías: “a gobiernos impersonales y de caciques, grandes desórdenes y desafueros, corrupción, y una larga y horrenda tiranía, la ruina moral del país y la degradación de un gran número de venezolanos”.
No nos dejan otra alternativa: debemos terminar de depositarlos en el basurero de la historia. Es un imperativo moral.